jueves, 9 de octubre de 2014

ORAR SIEMPRE SIN DESFALLECER



Bienaventurado el hombre que conoce su propia debilidad, porque este conocimiento es en él, el fundamento, la raíz y el principio de toda bondad…

Cuando un hombre se ve privado de la ayuda divina, ora con frecuencia. Y cuanto más ora, más humilde se hace su corazón… cuando ha comprendido todo esto, guarda la oración en su alma, como un tesoro.

Y es tan grande su alegría, que hace de su oración una acción de gracias… Llevado también por este conocimiento y admirable gracia de Dios, eleva la voz, alaba, glorifica a Dios, y le manifiesta su gratitud.

El que ha llegado de verdad, y no imaginariamente, a tener estos signos y conocer tal experiencia, sabe lo que digo, y que nada puede ir en contra. Por tanto, cese ahora de desear cosas vanas. Que persevere en Dios por la continua oración, con el temor de verse privado de la abundancia de auxilio divino.

Todos estos bienes se dan al hombre cuando conoce su debilidad. Por su gran deseo del socorro de Dios, se acerca a Dios permaneciendo en la oración. Y tanto se acerca a Dios por su resolución, que Dios le concede sus dones, y no le quita su gracia, por su gran humildad.

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