jueves, 9 de octubre de 2014

EL NIÑO INTERIOR



El “Niño Interior” simboliza nuestro ser emocional, esa parte nuestra que creció en un entorno familiar determinado, y que, a muy temprana edad, empezó a ser condicionada a través de la culpa, la crítica, el miedo, el rechazo …. Todos hemos tenido heridas emocionales que si no hemos trabajado en sanarlas, actúan constantemente boicoteando nuestras relaciones, nuestro trabajo, nuestro bienestar. Cuanto más conozcamos ese “niño interior” herido, y aprendamos a acogerlo y a sanarlo, más podremos ser capaces de conseguir que esta parte de nuestra personalidad trabaje a nuestro favor en lugar de perder energía peleándonos con ella.

Con la experiencia y la capacidad que ahora tenemos podemos aprender a escucharle, abrazarle, acoger sus sentimientos, educarle y ponerle límites saludables a sus reacciones y comportamientos.
Aprenderás a reconocer tu “niño interior” mediante un camino de auto descubrimiento. Aprenderás a establecer una comunicación profunda y amorosa con esta parte de tu ser. Aprenderás a cuidarlo y amarlo. Aprenderás a identificar las formas habituales en que se expresa tu “niño interior” herido y pasará a convertirse en un niño interior aceptado, apoyado y amado. Conocerás las claves para detener su auto-sabotaje a tu bienestar vital. Aprenderás a integrarlo en tu vida de adulto.
El trabajo relacionado con el niño interior se relaciona con ponerse en contacto con las etapas de nuestro crecimiento, de nuestro desarrollo, esas que fueron heridas o paralizadas debido a estímulos o a algo demasiado intenso para poder ser manejado.

Todo esto tiene una razón de ser. Podríamos pensar que el niño interior está en nuestro corazón, vive ahí, necesita cosas y desea cosas para mantenerse vivo. Lo más importante que este niño necesita es AMOR. También necesita ser reconfortado acerca de traumas y dolor de eventos vividos, y que le aseguren que eso no sucederá de nuevo. Necesita expresar sus sentimientos.

Cuando podemos llevar adelante estos pasos, nos relacionamos saludablemente con ese niño vulnerable y le permitimos salir a la superficie. Es entonces cuando descubrimos, a veces con sorpresa establecer verdaderos contactos íntimos con los demás, porque, nos guste o no, la vulnerabilidad y entrega del niño interior es lo que posibilita la intimidad, el encuentro de las almas. –

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