Cuando atravesamos situaciones dolorosas nos
encontramos experimentando muchas emociones negativas que no sabemos o no podemos
manejar. Muchas veces nos enojamos con nosotros mismos porque creemos que
deberíamos sentirnos mejor o por no saber salir de estos estados.
Permítete vivir la emoción. Tómate un tiempo y
trata de entender qué es lo que sientes, qué emoción te genera, en qué parte de
tu cuerpo la experimentas. Algunas veces creemos que nos sentimos de
determinada manera por un hecho en particular que vivimos, pero cuando nos
detenemos y tratamos de interpretar qué es lo que nos pasa podemos descubrir
que en realidad nos sucede otra cosa que ni siquiera sabíamos que nos pasaba.
Las emociones son grandes aliadas porque nos
muestran qué es lo que nos sucede en realidad para poder así solucionarlo. No
es bueno acallarlas o hacer de cuenta que no las vivimos porque de esta manera
solo agravamos el problema y nos perdemos la gran oportunidad de conocernos
mejor y crecer.
Lo malo en esto es permanecer más de la cuenta en
estados en los cuales vemos todo negro porque desde acá nada bueno puede surgir
y solamente vamos a lograr incrementar esta negatividad con pensamientos,
sentimientos y acciones negativas o destructivas.
Algunas veces creemos que nos sentimos de
determinada manera por un hecho en particular que vivimos, pero cuando nos
detenemos y tratamos de interpretar qué es lo que nos pasa podemos descubrir
que en realidad nos sucede otra cosa que ni siquiera sabíamos que nos pasaba.
Este primer punto es el comienzo para sanarnos.
Hay muchos momentos que sentirnos bien no nos es
posible y esto no significa que esté mal o sea incorrecto. Es normal y sano
atravesar diferentes etapas, como de tristeza, desesperanza, dolor, etc. porque
es parte de nuestro desarrollo. Lo importante es que te permitas vivir esta
etapa y que no la perpetúes más de la cuenta.
Una vez que pudiste descubrir qué es lo que te
sucede, que ya lo has hecho consciente, es momento de hacer algo para salir de
este estado. Aquí es necesario que aprendas a conocerte y descubras qué cosa o
qué acciones te pueden ayudar a cambiar tu estado de ánimo.
Busca lo que te haga bien a ti en el momento que lo
necesites ya que no siempre será lo mismo.
El que hagas algo para cambiar el estado anímico no
significa que tus problemas se resuelven. Pero lo que sí logras con esto es
centrarte en otra polaridad, más positiva, en la cual las ideas o las
soluciones puedan surgir. Si ves todo mal no podrás cambiar nada, en cambio sí
comienzas a sentirte mejor iras notando que te vuelves más creativa/o para
poder afrontar lo que necesites de otra manera y con otra actitud.
En resumen, busca descubrir qué están queriéndote
“decir” las emociones, date permiso para sentirte mal y busca hacer algo para
no permanecer en este estado más de la cuenta. Y recuerda que, cuando te logras
sentir bien anímicamente es cuando se abren puertas que parecían no existir y
surgen oportunidades y soluciones que de otra manera no hubieses podido
descubrir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario